Federico Marín Bellon – Jugar con Cabeza – ABC
La plaga continúa. Dhruv Kakkar, un jugador de ajedrez de 19 años, ha sido pillado en el torneo abierto Doctor Hedgewar, en la India, con dos móviles pegados con cinta aislante a las piernas. Con uno transmitía las jugadas a un ayudante, identificado como Shubham y situado a más de 200 kilómetros de la sala de juego, y con el otro recibía las recomendaciones del programa Fritz, gracias a un micrófono diminuto escondido en su oído izquierdo. Esta vez no hay la menor duda del procedimiento empleado por el tramposo, ya que existe constancia fotográfica detallada.
Los hechos fueron descubiertos el pasado miércoles, durante la quinta ronda del torneo, que se celebra en el Estadio Thyagraj, en Nueva Delhi, y que tenía previsto terminar hoy, 1 de mayo. Según informan The Indu y Chess.com, Dhruv Kakkar, que solo tiene un Elo de 1517 puntos, había logrado ganar al gran maestro Pravin Thipsay, con 2409 puntos. Su derrota no fue además el fruto rápido de un descuido. La partida duró 87 movimientos y el GM tuvo claro mucho antes de llegar al desenlace que se enfrentaba a algo más que un simple aficionado. Thipsav alertó al árbitro de que su rival tardaba dos minutos en realizar cada movimiento, sin importar si la posición era complicada o la simple captura de una pieza con un peón. (Además de tramposo, tonto).
Después de contarle sus sospechas al árbitro, quien le pidió que continuará la partida, en la jugada 29 el GM decidió ofrecer tablas, en posición ya muy inferior, pero el empate fue rechazado por el confiado fullero. Luego, este empezó a omitir líneas muy sencillas que le habrían dado una victoria más rápida. Según Thipsav, probablemente tuvo algunos problemas de transmisión. Cuando terminó la partida, el director del torneo se llevó a Kakkar aparte para efectuar un registro, en el que apareció su «alijo». Parecía un hombre-bomba: llevaba dos pilas de nueve voltios en su cinturón y otras dos de reserva en la espalda, para la siguiente ronda, con unos cables escondidos bajo la camiseta que le pasaban por el cuello y acababan conectadas a los móviles, pegados con cinta aislante a sus piernas, justo por encima del tobillo. Sin olvidar el pequeño micrófono de la oreja.
Fotos: Dharmendra Kumar / Chess.com
El otro implicado en el fraude, Shubham, actuaba con ayuda de Fritz desde la localidad de Yamuna Nagar, en Haryana, situado a 220 kilómetros de la sala de juego. Kakkar es estudiante de segundo año de Ingeniería electrónica y ha confesado por escrito su delito, que confirmó al diario «The Hindu», y que le ayudó a ganar las cuatro primeras rondas del torneo. «Yo fabriqué el artilugio y practiqué con él junto a mi amigo durante tres días, antes del torneo». Para comunicar las jugadas de sus rivales, Kakkar escuchaba las posibles opciones de boca de Shubbam, y le bastaba con golpear con la pierna para confirmarla. Luego, Fritz decidía por ellos cuál era la mejor respuesta.
El GM Praveen Thipsa, esperemos que la última víctima de Kakkar. Foto: ChessBase
En definitiva, la proliferación de estas hienas del ajedrez solo va a conseguir que el resto de jugadores sufran cada vez más molestias, como los pasajeros de los aviones. Hace nada conocíamos el caso del georgiano Nigalidze. No veo muchas más soluciones por parte de la FIDE y del resto de federaciones. Justo hoy leía unas manifestaciones de impotencia por parte de un árbitro, Mikel Larreategui. Las reflexiones se pueden leer en su blog.
Fuente: Jugar con Cabeza – ABC
Autor: Federico Marín Bellón.
